Los Duques de Cambridge, a bordo del espectacular Aston Martin de Carlos de Inglaterra.
Un carruaje de estilo español tirado por caballos. O una elegante limusina. Un Rolls Royce en color crema con espectacular carrocería vintage y techo descapotado. O quizá el sueño de muchos novios: un convertible deportivo, de elegantes líneas, firmado por Jaguar o Aston Martin. La entrada de la novia en la Iglesia viene precedida por su llegada acompañada del padrino, y suele sellarse con la salida de los recién casados bajo una nube de arroz, y un paseíllo en coche que les lleva hasta el lugar de la celebración.
Kate Moss se decantó por un Rolls Royce vintage metalizado.
Dos trayectos indispensables, que forman parte de la tradición de la boda, y que muchas parejas aprovechan para darse un capricho, y montar a bordo de ese coche o carruaje con el que han soñado toda la vida. De hecho, y según un estudio de la plataforma de vehículos Auto Scout, el 73 por ciento de las parejas elige un coche clásico para el día de la boda, cerrando su historia de amor como si de un cuento se tratase.
Gracia y Rainiero de Mónaco, a bordo de un descapotable bicolor el día de su boda en 1956.
Los grandes favoritos: una auténtica joya motorizada, el flamante Rolls Royce Silver Cloud, seguido de cerca del Jaguar MKII, otro de los coches ‘casamenteros’ predilectos por los novios, y cuyo auge tiene su explicación: el imponente despliegue de caballos que fue la boda entre Guillermo de Inglaterra y Catherine Middelton conseguía disparar las tendencias en el sector del motor, poniendo algunos modelos clásicos, como el inolvidable Aston Martin descapotable que la pareja empleaba para ir de Buckingham Palace a Clarence House, a la cabeza de los coches de boda.
El Jaguar MK II, uno de los coches favoritos para dar el ‘sí quiero’.
En aquel entonces, la pareja de recién casados se decantaba por un verdadero clásico, casi irrepetible: un automóvil de la colección particular del príncipe Carlos, del que apenas se sacaron 36 modelos a la venta a principios de los años 70, uno de ellos yendo a parar a manos del primogénito de la Reina Isabel en su 21 cumpleaños. Siguiendo la estela de los coches clásicos, el Bentley S3 sería otro de los preferidos de los novios para ir motorizados al altar. Un indispensable a la hora de realizar las fotos que compondrán el álbum de la boda, y que deja espacio a los descapotables (siempre en boga a pesar del riesgo que corre la novia de despeinarse durante el recorrido), con algunos coches de película como protagonistas, como el Cadillac El Dorado, o el Mercedes 250 SE Cabriolet.
Y para los más atrevidos, y que busquen poner la nota vintage con una edición antigua o reeditada de los grandes clasicos: los simpáticos Mini, el encantador Beetle o el Seat 600.
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